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15 de mayo de 2013

Y No se sabe Por Qué


Se deja de querer...




Se deja de querer...

y no se sabe por qué se deja de querer;

es como abrir la mano y encontrarla vacía
y no saber de pronto qué cosa se nos fue.



Se deja de querer...

y es como un río cuya corriente fresca ya no calma la sed,
como andar en otoño sobre las hojas secas
y pisar la hoja verde que no debió caer.



Se deja de querer...

Y es como el ciego que aún dice adiós llorando

después que pasó el tren,

o como quien despierta recordando un camino

pero ya sólo sabe que regresó por él.



Se deja de querer...
como quien deja de andar una calle sin razón, sin saber,

y es hallar un diamante brillando en el rocío
y que ya al recogerlo se evapore también.



Se deja de querer...
y es como un viaje detenido en las sombras

sin seguir ni volver,

y es cortar una rosa para adornar la mesa
y que el viento deshoje la rosa en el mantel.

Se deja de querer...
y es como un niño que ve cómo naufragan sus barcos de papel,

o escribir en la arena la fecha de mañana

y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.



Se deja de querer...

y es como un libro que aún abierto hoja a hoja quedó a medio leer,

y es como la sortija que se quitó del dedo
y solo así supimos... que se marcó en la piel.



Se deja de querer...
y no se sabe por qué se deja de querer.

José Ángel Buesa. 
(Cienfuegos, Cuba, 1910-Santo Domingo,República Dominicana, 1982)


Lloré con sollozos y lágrimas cuando escuché narrar este poema; es triste y hermoso.
Y real. 
Duele que te dejen de querer, pero dejar de querer duele también.



1 comentario:

  1. Es un poema precioso, triste, tristísimo, pero es real. Yo intento no dejar de querer, pero no se si lo consigo.
    Te dedico un cuentecito hiperbreve: "Mi madre me ajusta el cuello del abrigo, no porque empieza a nevar, sino para que empiece a nevar".
    Es de César Vallejo.
    Besos queridos y sentidos.

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