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21 de abril de 2013

Tesoros

Cuando tengamos un momento me ayudas a bajar esa caja... 
Qué caja?
Esa grande que está encima del armario del distribuidor... está ahí desde que nos trasladamos, no recuerdo ni lo que contiene.
Pues ahora.
Sí?
Sí, me ha entrado curiosidad...

Era una caja común de cartón, las típicas que recoges de aquí y de allá cuando tienes que hacer un traslado. Hace trece años, tal y como llegó, la subí a lo alto del armario de obra, la tapé con una tela y ahí quedó. Sabía que dentro había guardado un montón de cachivaches que adornaban mi antigua casa. En la que nos mudábamos, por razones de espacio, tenía que prescindir de muchas cosas prescindibles pero entonces no lo suficiente como para deshacerme definitivamente de ellas. 

Mi ayudante, mi hijo menor, era entonces casi un bebé ahora es un tiarrón mucho más alto y más fuerte que yo. No ha necesitado ni escalera para cogerla, ha estirado sus largos brazos y en un plis estaba en el suelo.
Montones de paquetitos envueltos en papel de periódico...
Anda esto es...
Mira esto me lo regaló...
Esto lo hicisteis vosotros...
Esto era de mi padre...
Esto de mi madre...
Esto lo tiro....

He recuperado alguno de los tesoros, les he vuelto a hacer hueco en mi vida.
Solo tienen valor para mí y los quiero seguir guardando. Mirarlos, recordar de donde vienen, forma parte de mi historia, pedacitos de mi vida que de otra manera quizás no sería capaz de revivir.
Algunos se los ha quedado mi hijo... Quizás también él algún día recupere parte de su historia abriendo una caja. Quizás en esa caja haya guardado mis tesoros ahora suyos y cuando les quite el periódico amarillento recuerde el día que me ayudó a bajar la caja.
Me gusta tener tesoros.

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