Páginas

31 de marzo de 2013

Mona Tao

Como ya es tradición todos los años por estas fechas le regalo a mi ahijado la mona de Pascua.Parece que esto le correspondería al padrino... pero dónde está el padrino? El padrino no está.
En fin que la cosa es que, con todo mi amor y cariño, cada año me pongo manos a la masa y mente a la imaginación y a pintar monas.... 
Esta vez, pensando que el niño ya no lo es tanto pero tampoco tan poco como para que ya no le toque mona, decidí hacer algo muy diferente y muy poco pascuero a lo que la tradición manda...

Así empezó: gran galleta partida y dos galletitas....

Chocolate blanco...Chocolate negro...

No es una mona al uso pero estamos en Pascua...

 Así que, por qué no? puestos a liarla, liémosla del todo....


Mona de Pascua Yin Yang con huevo y pollito.

Espero que le guste!


Cualquier idea puede ser vista como su contraria 
si se mira desde otra perspectiva. 
Y viceversa.


23 de marzo de 2013

ASÍ CONOCÍ A LUCÍA- 4. Dualidad

"No sé si lo he heredado, si va con mi código genético o si es de esos rasgos que se adquieren a fuerza de escucharlos.
Mi familia siempre ha dicho de mí que tengo dos personalidades, una de día y otra de noche. Un biorritmo cada 12 horas
Niña solitaria, silenciosa, independiente, esquiva ... por el día.
Niña social, alegre, festiva, cariñosa... a partir de la puesta de sol.
Diría que a estas alturas de la película conservo esos dos biorritmos pero su periodicidad es totalmente aleatoria, ya no es el día y la noche. Como tampoco es o blanco o negro. O todo o nada. Aunque casi.
Creo que mi familia, sin proponérselo, contribuyó a acentuar algo que posiblemente ya llevaba escrito en mi mapa. De hecho, antes de nacer ya tenía dos nombres, pero dos primeros nombres, no dos nombres o tres por imposición de las leyes de registro, no, dos primeros nombre propios por si acaso.
Por aquel entonces mi madre y una sobrina de mi padre estaban embarazadas a la vez, una (mi madre, claro) de mí y mi prima de mi prim@segund@. Las dos futuras mamás querían que su futur@ hij@ , si era mujer, se llamase Cristina. Yo nací antes, poco antes, y mi madre, que ni por asomo quería que su hija se fuera a llamar IGUAL que su primasegunda, decidió llamarme Lucía, por si acaso...
Hasta ahí bueno, pues eso, Lucía. Pero no, resulta que mi prim@segund@ nació varón y le llamaron José Luis. Tócate los piés!. Mi madre ni corta ni perezosa "ah sí? pues Lucía entonces va a ser Cristina".
Cristina para arriba, Cristina para abajo... así nueve años. 
Ya me estaba bien llamarme Cristina. Hasta que dejó de estármelo.
En uno de mis innumerables cambios de colegio conocí a la que  fue una de mis mejores amigas, Lucía, Lucía Sánchez....Y además, la sita Pilar, tutora de mi curso, decidió que debía alertarme de losposiblesriesgos de hacerme llamar como en realidad no me llamo. Y ya la tenemos, se juntaron el hambre con las ganas de comer. Mejoramiga... futurosposiblesproblemas... Cristina a partir de ahora se llamará Lucía. 
Claro a la gente que me conocía por Cristina les costó adaptarse al cambio y por supuesto, a mi familia más.
Esto es lo que pasaba, por ejemplo, cuando me llamaban por teléfono. "Está Lucía?. Sí, ahora se pone: CRISTINA, al teléfono!".

A día de hoy aún soy Cristina para algunos, aunque Lucía para los más. No me molesta, me parece gracioso.
Sin ir más lejos, el otro día conocí a una amiga de una amiga de mi hermana. La amiga le dijo a la amiga de mi hermana que había conocido a la hermana de su amiga, o sea a mí. Pero la amiga común le cuestionaba que yo fuese la hermana de mi hermana porque la hermana de su amiga se llamaba Cristina, no Lucía!
Incluso alguna vez desconociendo mi nombre, y por supuesto mi vida, han creído que me llamo Cristina... Curioso, no?"

Lucía me contaba esta anécdota tiñéndola de humor, pero ella sabía que no era más que una metáfora...

15 de marzo de 2013

Del Odio al Amor

Casi me da un pasmo cuando nos llegó algo parecido a esto (me olvidé de hacer fotos del "antes" pero aún era más oscura) al taller...


Su dueña no sabía muy bien qué hacer con ella, si restaurarla y dejarla como el original, si renovarla pintándola o si devolverla a donde había venido. A éstas alturas de sus dudas yo aún no había visto la pieza; le propuse esperar a tomar una decisión cuando la tuviésemos entre manos.
La vi y fue odio a primera vista, pero le di (o me la di a mí) la oportunidad y, primero de reojo, me la volví a mirar.
Me propuse mirarla con cariño, mente en blanco... y la vi. 
Y empecé, a pintarla y a amarla...



Su dueña, también.


En blanco casi impoluto, solo unos leves desgastes en molduras y patas para darle profundidad.
Con presencia pero liviana, ahora brilla por ella misma.

10 de marzo de 2013

En Infinitivo

Sin cuándo, ni cómo, ni qué... 
En infinitivo.... Sin fin y sin límites.
Una despedida sin plazos, o un adiós sin despedida.  
Imperecederamente. Sin condiciones.

No se si es coincidencia o consecuencia pero el caso es que me está llegando ese momento del que había oído hablar pero al que no había prestado demasiada atención, seguramente por que no me había llegado a mí, ese momento de introspección y de revisión de tu propia vida. De hacer balance, de rescatar y de descartar.

Hace mucho tiempo una persona muy querida me regaló un libro con una dedicatoria "Este es un adiós diferente,....... un adiós en infinitivo.....", creo que hasta ahora no había tomado conciencia de cuanta verdad contenían esas palabras escritas por alguien que acababa de dejar la adolescencia, creo que ni él mismo tenía conciencia, es más creo que él ni se acordaba de haberlas escrito. Desde luego lo que es seguro es que ninguno podríamos haber imaginado que fuese rozando el ecuador de nuestras vidas cuando empezasen a cobrar algún sentido, al menos para mí.

Ahora, después de bucear por mi pasado, quiero y debo trabajar mi presente. Quiero que en mi futuro, cuando toque la última revisión, pueda sentir que estoy en paz conmigo misma.


2 de marzo de 2013

Las Cosas Por Su Nombre

A veces aunque uno no quiera, aunque intente utilizar los términos más precisos, aunque trate de eludir palabras dolorosas, aunque piense que ojalá se las pudiera haber ahorrado, a veces no puede evitar herir.

Llamar a las cosas por su nombre tiene un riesgo, pero creo que ese riesgo vale la pena correrlo. Puede que las consecuencias rompan definitivamente algo pero también puede que creen un lazo mucho más sólido.
Yo me he encontrado con ambas situaciones y en ambas posiciones. Porque sí, porque también a veces aunque hayan intentado decirme las cosas de la mejor manera posible, cuando me han dicho algunas cosas por su nombre, no han podido evitar herirme.

Un silencio da pié a una interpretación, siempre te queda el recurso de inventarte la respuesta que más te convenga: para crearte expectativas falsas, para darte argumentos para enfadarte, para justificar... 
A veces es igual de duro tener que decir las cosas por su nombre como escucharlas porque insistir para que te entiendan y a la vez intentar no herir tiene un límite y al final acabas hiriendo y eso es justamente lo que querías evitar. Si te dicen las cosas por su nombre, no insistas.

Pero también es verdad que decir las cosas por su nombre y escuchar el nombre que les ha puesto el otro, ayuda a entender. Y a rectificar.
Y eso, cuando pasa, une.